martes, 16 de octubre de 2012

Cierra un clásico

Recientemente me encontraba paseando con mi señora y mi pequeñaja por el carrer dels Oms (Calle de los Olmos para quienes no sepan catalán y sus variedades dialécticas), cuando pasamos delante de una librería de viejo, Fiol Llibres. Allí, en un cartel con letras bien grandes se anunciaban grandes descuentos por liquidación, dado que cerraban. Ni que decir que en ese momento me quedé tristemente sorprendido, ya que Fiol Llibres es todo un clásico como librería de segunda mano y llevaba allí, como se suele decir, toda la vida.

Fue fundada en 1953, cuando Miquel Fiol, su primer propietario, reconvirtió una herrería en dicha librería. Posteriormente la saga familiar se ha seguido ocupando de ella y en la actualidad estaba al cargo de la misma su nieta junto con otra persona y una dependienta. Se dedicaba principalmente a vender libros de segunda mano, no sólo en castellano y catalán, sino también en inglés y alemán, aunque con el tiempo ampliaron su espectro de venta y comenzaron a vender novedades editoriales, sin dejar de lado la venta de libros de segunda mano.

No recuerdo exactamente cuando fue la primera vez que entré allí, creo que debió ser allá por finales de los ochenta o principios de los noventa del pasado siglo, pero no lo sabría decir, aunque lo que sí es seguro es que me encontraba en plena adolescencia, pero en vez de interesarme por temas tan mundanos y corrientes como el fútbol y los coches, tan comunes entre mis compañeros de edad, uno tiró por otros derroteros y se aficionó a los temas misteriosos y esotéricos, y allí iba yo en busca y captura de volúmenes prohibidos, con la esperanza de ampliar mis conocimientos y, ¿quién sabe?, tal vez descubrir algún terrible secreto, cual protagonista de las historias de Lovecraft cuando abrían algún libro maldito como el Necronomicón. Tenía perfectamente localizada la sección de segunda mano dedicada a las Ciencias Ocultas, que aún sigue allí, pasado el mostrador en el pasillo de la derecha, tirando por en medio de la estantería derecha. Algún que otro ejemplar de la magnífica colección “Otros Mundos” cayó en mis manos, y alguna que otra obra perdida, mientras otras muchas siguieron en el estante, ya que no me llamaban la atención, aunque recuerdo cierto ejemplar con anotaciones que a punto estuve de comprar, pero que no adquiría, aunque volvía días después en su busca cuando vi mi error, sólo para contemplar con horror que ya no estaba. Son cosas que pasan con el libro de segunda mano, es como una pieza de caza, si no la compras en ese momento, a los cinco minutos, o incluso antes, puede desaparecer de tu abasto.

Posteriormente, y cuando mi interés por ese tipo de temas descendió notablemente, entre otros motivos como falta de tiempo y una gran dosis de pereza, hicieron que dejase de frecuentar asiduamente esa librería. Solía pasar por delante de la misma en diferentes ocasiones, y durante el día del libro solía echar un vistazo a la parada que montaban delante de la misma. No fue hasta las navidades pasadas cuando, tras una buena temporada dándome vueltas a la cabeza la idea de dejarme caer por allí después de tanto tiempo, conseguí entrar aprovechando una salida con mi señora y mi recién nacida pequeñaja, en que fuimos de compras junto con una amiga. Reconozco no recordar si adquirí algo, aunque me suena que no salimos con las manos vacías, eso sí, no pude evitar echar un vistazo a mi antiguamente querida sección de Ciencias Ocultas, la cual encontré terriblemente poco interesante, no por falta de libros, pero sí con poco interés para mí, mientras echaba un vistazo a las secciones de fantasía y ciencia ficción, así como de historia. Cuando salí me hice la promesa de ir volviendo de tanto en tanto, aunque por desgracia, los avatares de la vida han retrasado mi intención hasta ahora.

Fiol Llibres cerrará a finales de octubre, no por cansancio de sus dueños, sino porque el dueño de la finca dónde se encuentra la va a reconvertir en una finca nueva. De momento continuará vendiendo los ejemplares que les queden de segunda mano por Internet, y si la cosa funciona es posible que continúen haciéndolo, no será lo mismo, pero al menos su esencia seguirá viva, aunque sea de forma internáutica. Tras la noticia de su cierre volví a pasar y pienso volver a hacerlo, no tanto por adquirir una última ganga, sino para despedirme de unos de esos lugares tan especiales que uno se encuentra a lo largo de su vida y que, por desgracia, nunca más volverá.