Hoy estando en la XIV Fireta del Llibre i el Còmic vell he tenido la ocasión de conocer a dos personas ilustres de este mundillo, bueno, mejor dicho a tres, a Victor Mora, autor de "El Capitán Trueno" y "El Jabato", Armonia Rodríguez, guionista del mismo y a Luis Bermejo, autor de los cómics de la película de dibujos de "El Señor de los Anillos" de Ralph Bakshi y he de decir que de estas tres personas, hay una cosa que me ha llamado, y mucho, la atención.
No soy una persona muy aficionada a los cómics. En mi tierna infancia y parte de mi adolescencia hice colección de alguna serie, pero no es algo que me llamase mucho la atención y ahora menos, quitando alguna excepción en que me he comprado algún ejemplar suelto, más por cierta añoranza del pasado. Tampoco me he fijado mucho en las grandes figuras y pesos pesados, tanto de este mundillo como de otras parcelas del saber, la cultura o el espectáculo. Todos somos humanos y la verdad, llegar al extremo de pasarme horas por en una cola rodeado de gente para obtener el buratacho que una persona, más o menos conocida, haga en una hoja de papel, no ha sido una de mis prioridades. Tampoco el obtener una foto de ese "ídolo" y menos colarme en la misma (exceptuando en dos ocasiones que luego contaré). Pues bien, cuando he estado en el puesto de la fireta y he visto el comportamiento de Victor y Armonia con la gente que se les acercaba y luego tras charlar con Luis Bermejo, me he dado cuenta de lo que la gente joven, especialmente aquellos que están despuntando el algo, podemos aprender de ellos. Me refiero ni más ni a menos a la honestidad y sencillez de su comportamiento, no negaban en ningún momento estrechar la mano a alguien, firmar un ejemplar de uno de sus cómics, charlar con ese aficionado en cuestión o hacerse una foto, siempre con una sonrisa en los labios. Me diréis que es porque les conviene, sí, es verdad, pero estamos hablando de unas personas que ya son alguien en este mundo (el mundo del cómic) y que perfectamente podrían pasar de todo esto y de la gente, y más cuando estamos hablando de personas mayores de setenta años, pero no, ahí estaban. Tanto nos ha impresionado su forma de ser y de actuar, que mi compañero Xavier Real, ni corto ni perezoso, ha puesto dos puntos de libros de los que vendíamos de su bolsillo y se los ha regalado con sus nombres en élfico. Ni que decir que han agradecido de corazón este pequeño obsequio y lo han estado contemplado un buen rato con curiosidad y alegría, en parte, mostrando la misma actitud que un niño cuando se le hace regalo de un obsequio que les llena (y eso que Armonia nos dijo que no le gustaba Tolkien).
¿A donde quiero llegar con todo esto?, actualmente hay mucho "maestro" y "famosillo" de nueva generación, los cuales, nada más alcanzar un poco de fama en un determinado campo (da igual el que sea) y empezar a ser conocido por la gente que se mueve, por afición o interés, en ese campo del saber o el ocio, va por ahí con una prepotencia y una chulería que en más de una ocasión ha echado por tierra las ilusiones y los sueños de aquellos que le seguían al poder conocerlo en persona. No todo el mundo es así, pero por desgracia pasa en la inmensa mayoría de "famosillos de todo a cien" que tanto abundan hoy en día. Por eso, esta gente, que se les llena la boca alabando a aquellos que les precedieron en ese determinado campo, podrían muy bien aprender y aplicarse una lección de los maestros del pasado y es la humildad. Todos somos personas y no por ser conocido y tener una legión o un grupúsculo de seguidores va a hacer que uno se convierta en una especie de Dios en la Tierra. Esa persona famosa y conocida va a seguir cagando, sudando, eructando, oliéndole los pies, poniéndose enfermo y muchas otras cosas más, como cualquier hijo de vecino pero con la diferencia de que tiene UNA RESPONSABILIDAD con aquellos que le siguen y es la de no defraudarles y ser responsable con lo que dice o hace, porque mucha gente lo tiene como modelo a seguir. Con esto, no quiero decir de cada famoso ha de ponerse una máscara, no, pero que no les vendan la moto a la gente de a pie de que son de una manera de ser, cuando no es verdad, o de decirles una cosa porque les conviene cuando piensan en realidad todo lo contrario.
He puesto como ejemplo a los maestros de antaño y principalmente he usado a tres personas del mundo del cómic español como principal ejemplo. Las antiguas generaciones, con sus virtudes y defectos, siempre me han parecido que han mostrado unas actitudes más respetables que las de sus discípulos y continuadores de su obra. No quiero decir que fuesen perfectos y que entre ellos no hubiese algún fantasma del tres al cuarto, todo lo contrario, los habría como los hay en todos lados, independientemente de la generación a la que se pertenezca, pero por lo que he visto, su forma de ser ha sido más modesta, honrada y abierta.
En fin, para terminar que estoy empezando a hartarme de tanto escribir, que las nuevas generaciones, supongo que porque desde un principio lo han tenido todo a mano, cuando alcanzan cierto nivel de fama y prestigio, se les suele subir a la cabeza, pero las anteriores, tal vez, no lo sé, porque tuvieron que luchar por todo y tuvieron grandes privaciones, son más humildes en su forma de ser y actuar. Esto es lo que tienen que aprender los nuevos "maestros" de los antiguos.
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